jueves, 27 de enero de 2011

La
 obra 
es 
una 
mera 
representación 
plastica 
de 
la 
filosofía 
Queer, 
la 
cual 
hace
 un
 extenso 
estudio 
sobre 
el 
comportamiento 
político‐sexual 
del 
individuo.

Siempre
 me 
he
sentido 
atraída 
por 
el 
comportamiento 
del 
ser 
humano,
 lleno 
de
 dogmas,
 actitudes 
e
 inquietudes 
que 
afectan 
en 
la 
construcción 
del 
propio 
sujeto.
 La
 obra
 refleja
 al
 individuo
 en
 plena
 autodestrucción
 del
 físico,
Utilizando
 así 
al
 cuerpo
 como
 arquitectura 
exterior, 
influenciado 
indudablemente 
por 
estímulos
 sociales,
 en
 la
 búsqueda
 sin
 límites
 de
 la
 própia
 identidad.
 Intentando
 encajar 
en
 una 
sociedad 
aplastante 
de 
mercado 
sexual, 
donde
 se 
ve 
obligado 
a 
elegir 
un 
papel,
 dando
 como
 resultados
 verdaderos
 engendros
 sociales.

Para
 plasmar
 estas 
teorías 
surge
 la
 idea 
del 
Bestiario, 
una 
recopilación
 de
 volúmenes
 ilustrados,
 haciendo
 referencia
 a
 los
 antiguos
 Bestiarios
 de
 la
 Edad
 Media,
 donde
 se 
muestra 
una 
exquisita 
selección 
de 
las 
mayores 
bestias 
de 
la
 actualidad,
 creado
 por 
medio
 de
 una
 serie 
de
 ilustraciones,
 donde
 la
 línea
 predomina 
sobre
 todo, 
tan
 sólo 
con 
unos 
pocos 
colores 
para
resaltar 
lo 
que

realmente
 importa
 de
 la
 imagen;
 sus
 objetos,
 sus
 abalorios, 
sus 
maquillajes, 
sus
 órganos
 sexuales…
todo 
un 
disfraz
 político‐sexual
 resultado 
de 
lo 
social.
 Intento
 desagradar
 al
 espectador,
no
 quiero
 mostrar
 imágenes
 que
 gusten,
son
 imágenes 
poco
 usuales, 
sacando
 lo 
peor 
de 
su
 ser,
 en 
su 
plena 
naturaleza. 

No
 solo
 utilizo
 al
 cuerpo
 como
 exoesqueleto
 de
 cultura
política‐sexual, 
sino
 también 
me
 centro
 en 
nuestro
 espacio 
exterior, 
en 
la 
arquitectura 
que 
esta 
a
 nuestro
 alcance.
 Esas
 cuatro
 paredes 
donde
 pasamos
 la
 mayor parte
 de
 nuestro
 tiempo 
y 
que
 decoramos 
con
 sutiles 
objetos, 
objetos
 que
 nos 
rea firman,
 objetos
 fetiches
 imbuidos
 de 
magia
 y
 recuerdos,
 de 
poder
 religioso
 o
 sexual.
Se
 transforman 
en 
objetos 
de 
culto, 
objetos 
de 
deseo 
y 
objetos 
de 
miedo, 
puesto 
que
 todos 
ellos
 alimentan
 nuestras
 pasiones
 y
 obsesiones.

Comencé 
realizando 
una 
serie 
de 
minuciosas 
cajas 
de 
madera, 
creando 
pequeños
 ambientes, 
teatros 
donde
 intenté
 plasmar
 distintas
 culturas,
 pensamientos,
 religiones,
costumbres…Nuestra
 intimidad 
decorada
 sobre 
cuatro 
paredes,
 todo 
un
 trabajo
 de
 carácter
 fetichista
 en 
el
 que 
se
 observa
 un
 claro 
reflejo
 de
 nuestra
 verdadera
 identidad.

 Todos 
los 
habitáculos 
son 
distintos, 
pero 
aún
 así 
predominan 
en 
ellos 
una
 fuerte
 influencia
 de 
categoría
s ocial,
todos
 estan
 atribuidos
 en
 una
 época
 semejante,
 en 
un
 pensamiento, 
en
 un 
estilo, 
en 
una 
tendencia,
 en 
la 
sexualidad 
o 
la 
religión, 
todos
 pertenecen 
al 
mismo
 circulo.
Con
 esto
 intento
 hacer
 referencia 
al 
echo
 de
 que 
no

importa
 las
 tendencias, 
no 
importa 
formar 
parte 
de 
una 
cosa 
o 
de 
otra, 
al 
fin 
y 
al
 cabo,
 todos
 estamos
 metidos
 dentro 
del 
mismo 
saco,
 el
 saco 
del
 consumismo
 material, 
donde
 solo 
cabe
 esperar 
encontrar 
un 
hueco 
en 
la 
sociedad.

Actualmente
 estoy
 trabajando
 en 
cualquier
 espacio,
 ya
 no
 me
 limito
 por 
pequeñas
 paredes.
 La
 idea
 es 
acomodar
 cualquier 
espacio
 para 
el 
bienestar 
personal. 
Al 
igual
 que
 cuando
 éramos
 niños
 y
 montábamos
 pequeñas
 casetas
 hechas 
de
 mantas 
y
 cartones, 
o 
como
 el 
vagabundo 
se 
crea 
su 
propia 
madriguera 
en 
una 
caja, 
al 
fin 
y 
al
 cabo
 todos 
nos
 definimos 
por 
nuestro
 espacio,
 es 
lo 
que 
nos
 protege,
 lo
 que
 nos
 reafirma, 
nos
 categoríza 
y 
nos
 condena.
 Capaces 
de
 amoldarnos 
a 
cualquier superficie, intento
 crear
 espacios 
que
 nos
 hablen 
del 
sujeto, 
ya 
que 
son
 el 
pleno reflejo 
de
 su
 verdadera 
identidad.